lunes, 14 de febrero de 2011

Anteojos

Anteojos, gafas, antiparras, lentes,gemelos, impertinentes, quevedos, espejuelos... El nombre es lo de menos.


¿Los ojos?
Por los ojos el Bien y el Mal nos llegan.
La luz del alma en ellos nos da luces que ciegan.
Ojos que nada ven, almas que nada entregan.
–Carlos Pellicer–

¿Quién de pequeño no jugó a los "cieguitos" o a la "gallina ciega" con sus amigos, hermanos o primos? ¿Quién no escondía alguno de sus brazos bajo el suéter o la sudadera para "imaginar" que era manco? Tan sólo el pasado mes de diciembre, mi sobrino y yo jugamos a "manejar" la silla de ruedas de mi abuela. Cuando uno tiene la fortuna de ver, de moverse, de caminar no puede dejar de pensar cómo sería el mundo, nuestra vida, si "algo" nos faltara y de todas las carencias la ceguera es, para mi, la más difícil de todas. Los ojos son, para quienes vemos, nuestro primer contacto con lo que sea y con quien sea, a partir de lo que vemos es la "primera impresión" que vamos a recordar (aunque también es cierto que lo que vemos y oímos depende mucho de dónde estemos y también de la clase de persona que seamos). El panorama que percibimos a través de los ojos influye, incluso, en lo que sentimos ycuando hablo de ceguera hablo también de que hay muchos tipos: la ceguera por nacimiento, la ceguera por accidente, la ceguera por enfermedad, las enfermedades de la vista, la falta de visión que viene con la edad y la ceguera de quien no ve lo que no quiere[1].

¿Por qué ahora me da por hablar de ciegos y ojos? Porque ayer me entregaron los lentes que, a partir de ahora, "necesito utilizar" según me han dicho porque necesito cuidar mis ojos y ¡SI! mis ojos, mis manos y mi salud son lo más valioso que tengo y son míos hasta el día que yo muera (cuando ojalá sean aprovechados a tiempo por alguien más) por eso los he de cuidar, pero usar espejuelos es como ver el mundo a través de una ventana... Hasta ahora ver a mis amigos y familiares con lentes no importaba, parece que los he conocido así siempre, pero verme a mi con lentes es una sensación extraña. Si, quizá exagero –dirán– pero aunque a todo se acostumbre uno, acostumbrarse a lo que sea es un proceso casi nunca instantáneo. “Sólo tendrá que usarlos cuando lea, cuando trabaje en la computadora, cuando vea la tele y cuando vaya al cine” comentó el oculista. Veamos, si de las 24 horas que tiene un día normal y, más o menos, 18 permanezco despierta... haciendo cuentas paso entre seis y siete sentada frente a un monitor (y ni qué decir del sufrimiento de mi espalda y de mis sentaderas), quedan doce, de las cuales en promedio cinco empleo para leer (en el baño, en el micro, en la cama...) me quedan seis para "descansar" de las gafas, pero si ese día voy a ver una película o el noticiero de la noche ya son dos o tres horas menos de descanso. Al final parece que, según esto, tendré que usar las gafas tooodo el día y no, en realidad no tengo nada contra los anteojos (y muchísimo menos contra quines los usan) es tan solo que me siento rara... nunca los había usado.

Indudablemente lo que "la ciencia" hace hoy con los lentes de aumento y con la ligereza de los materiales para hacer los armazones es increíble, ya no se trata de esos primeros lentes "de fondo de botella" y cada día más se resuelven problemas graves de visión en niños y adultos, insisto: ¡Qué maravilla! Y tal vez sea que me duele más pesar que "el tiempo me alcanza" que necesito ayuda para ver el mundo que antes disfrutaba sin "intermediarios" y aunque 28 años no son (todavía) tantos hacen que los 74 (la esperanza de vida promedio de los mexicanos hoy día) se vean menos lejanos[2] (¿será el efecto de los lentes de "aumento") y quiero seguir viendo los atardeceres, quiero seguir leyendo novelas y libros de historia, quiero seguir observando rostros... por eso necesito usar "quevedos" aunque como dijera el célebre Campoamor "en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira" y ahora yo tengo mis propios cristales.

Por eso los pongo al tanto: Ya son 24 horas desde que los empecé usar y desde el primer momento no faltaron "los comentarios": se te ven bien, se te ven raros, te ves muy grande, quizá si los espejuelos fueran más chicos, ¿por qué no pides que los recorten?, la forma no te favorece, y la lista sigue... Así que mientras yo vea y crea que usar lentes me ayuda disculpen si hago mueca o caso omiso a sus comentarios, quizá sea que "ese comentario por mi bien" ya me lo han dicho mucho en las últimas horas y mejor si no dicen nada, con o sin lentes sigo siendo la misma mula necia adorable de siempre.

Y quiero terminar citando al pintor colombiano Fernando Botero: "Si uno mira a una persona en realidad nunca mira a una persona sino a sus ojos. Si quiero ver a la persona tengo que pedirle que cierre los ojos, de lo contrario la atracción de los ojos es tan grande que es lo único que veré".

Nos vemos...
La Blanche.
Diciembre de 2004

[1] "Por qué nos hemos quedado ciegos, No lo sé, quizá un día lleguemos a saber la razón, Quieres que te diga lo que estoy pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven." –José Saramago, Ensayo sobre la ceguera–
[2] Como dijera Simone de Beauvoir "La vejez es la reducción del tiempo, la falta de un futuro".